Los padres tenemos la obligación de educar

Nos encontramos nuevamente con un suceso que nos deja atónitos, estremecidos, sin poder encajar en nuestras mentes ni darle una explicación con cierta racionalidad: un adolescente de 15 años, asesina a su madre, a su hermano y a su padre con una escopeta dentro de casa, y el motivo aparente es el castigo sin wifi por malas notas y por no ayudar en tareas de casa, algo que diariamente escuchamos los profesionales que trabajamos con personas jóvenes y las familias que conviven con adolescentes. ¿Pero qué puede pasar en la mente de una persona para realizar tan atroz conducta? ¿Dónde deberíamos encasillar a este tipo de delito y sobre todo a una persona de 15 años que lo ejecuta? Serán muchas las preguntas, evidentemente sin respuesta que nos acecharán ante tan anti natural suceso, pero sí podemos dar algunas líneas claras en torno a esto. Por un lado, no debemos pensar en un diagnóstico mental para entender lo que ha pasado (brote psicótico, depresión, trastorno de la personalidad, etc.), una persona de 15 años no tiene su personalidad aun desarrollada, presenta rasgos que se están conformando aún, y justamente es su propia realidad, la que muchas veces oscila entre lo real y lo imaginario, la ilusión y/o las fantasías. A esto le podemos agregar las horas que pueden pasar l@s jóvenes delante de una pantalla, tanto jugando a la consola o video juegos, como en las redes sociales; donde todo es ilusorio, nada es real, sin embargo, sus cerebros están absorbiendo y creyendo lo que ven. Asumiendo roles y papeles que tienen que ver con eso que están consumiendo y que en un arrebato de ira o rebeldía puede ocurrir que no diferencien entre el bien y el mal. Es muy importante que las personas adultas nos atrevamos a poner en práctica todo lo que desde un punto de vista profesional decimos, recomendamos y enseñamos: nos tenemos que atrever a educar. Esto implicará poner normas, limites, orden y horarios, está bien jugar y estar conectad@ a internet, pero no puede ni debe ser en exceso. Tenemos que intentar que desde el comienzo en que un niño/pre adolescente se inicia en estas prácticas, haya horarios y sobre todo otras opciones de actividades, hobbies, deportes, etc., ya que a medida que pasa el tiempo será mucho más difícil el poder reconducir estos hábitos. Si como mayores observamos que algo no funciona bien dentro de casa y nos preocupa, debemos de pedir ayuda, consultar, preguntar, una orientación a tiempo puede ser lo que marque la diferencia en cuanto a cómo prosiga la situación dentro de casa. Hablemos con nuestr@s jóvenes, nos acerquemos a sus mundos, a sus intereses, dándoles valor y reconocimiento, afecto y comprensión, pero sin olvidarnos que somos sus referentes, sus guías, y sobre todo somos los adultos quienes debemos marcar lo que pueden y no hacer, en unos años determinados de sus vidas.

Luisina Daives. Psicóloga de Amadem

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